Tanto en la Ilíada como en la Odisea, Homero recurre a esta definición varias veces, describiendo aquel color púrpura intenso que toma el mar cuando al final del día la luz disminuye, el atardecer desaparece, y nos adentramos hacia la oscuridad. El mar mediterráneo como escenario principal y protagonista de batallas sangrientas e infinitas travesías, en la obra de Homero, el vino aparece  como un alimento reparador, y también cómo un elemento ritual, digno de celebraciones, pactos o alianzas.

Los vinos de mar tienen una característica particular: la influencia del viento y la brisa marina en el cultivo de los viñedos situados a orillas del mar, influenciando geológicamente en el suelo, en el clima y directamente en la humedad ambiental. Junto a la sal que vuela en brazos del viento, influye primero en la viña y después en las levaduras de la bodega.

El mar se calienta y se enfría más lentamente que la tierra por lo que los vientos provenientes del agua refrescan el ambiente en verano y lo templan en invierno. Este efecto regulador de la temperatura permite obtener vinos que destacan por sus notas equilibradas y gustos autóctonos de la zona.

P.D.: Las brisas marinas templan los ambientes extremos y optimizan el estado sanitario de los viñedos, el vino puede que también…  excepto para el Capitán Haddock.

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